Gran Familia CEJULU, un tema por demás interesante y que de manera constante debemos tocar en casa con nuestras Súper Panteras.
Lo leimos y nos gustó. Por eso se los compartimos.
Muchos padres se preguntan cómo pueden dar a sus hijos una buena educación sexual cuando ellos no la han recibido. Abordar este tema con los niños puede resultar complicado y es necesario encontrar el camino y la manera de poder hacerlo de forma natural. La psicóloga Mónica Poblador, especialista en Educación Sexual del gabinete Álava-Reyes Consultores nos abre las puertas para conocer más a fondo el tema de la educación sexual para niños.
Una buena educación sexual: de padres a hijos
¿Cómo se define la sexualidad?
Como definición, ‘la sexualidad es la forma en la que cada persona vive, siente y se expresa como persona sexuada, con un cuerpo sexuado’. Por lo tanto, hablamos de todo lo que tiene que ver con: el cuerpo y sus reacciones, con la afectividad y la expresión de emociones, con el placer y el deseo, con la necesidad de vinculación con las demás personas, con la autoaceptación y la autoestima, con la comunicación y con el desarrollo integral y sano de las personas.
¿Cómo podemos explicar la sexualidad a los niños?
La educación sexual no es únicamente dar información sobre los órganos sexuales, la reproducción o los anticonceptivos, sino que es hablar también de comunicación, de afectividad, de responsabilidad y de placer. A los niños y niñas se les puede explicar que la sexualidad es una de las formas que tenemos las personas para comunicarnos, darnos cariño y placer, y divertirnos juntas. Como padres y como madres tenemos que saber, que sexos hay dos, hombre y mujer, pero hay muchas maneras de construirse como hombre y como mujer.
¿Para qué queremos hacer Educación sexual? ¿Cuáles son los objetivos?
El objetivo es que nuestros hijos e hijas aprendan a conocerse, a aceptarse y a expresar su erótica de modo que sean felices.
- Que aprendan a conocerse: significa algo más que conocer que es la menstruación o las poluciones nocturnas. Implica conocer cómo somos y cómo funcionamos. Cómo reaccionamos ante las cosas, qué emociones tenemos y cómo las expresamos… También incluye conocer a los demás, y no sólo a los del sexo contrario sino conocer más del mío propio.
- Que aprendan a aceptarse: que estén a gusto con su cuerpo y su forma de ser y actuar. Que sientan que no hay nadie mejor o peor que ellos o que ellas en este aspecto. Que en sexualidad todo el mundo es único y peculiar y que todos los hombres son verdaderos hombres y todas las mujeres verdaderas mujeres.
- Hay muchas formas de expresar nuestros deseos y el afecto: palabras, miradas, abrazos, caricias, achuchones, halagos, mordisquitos. La erótica va variando a lo largo de las etapas de la vida. El coito es una forma más de expresar nuestros deseos, pero no la única.
- Que sean felices, puede parecer un objetivo ambicioso, pero creo que como padres y madres, no podemos, ni queremos aspirar a menos.
Esta concepción de la sexualidad supone trabajar por lo que se quiere conseguir, no sólo por lo que se pretende evitar.
¿En qué nos equivocamos los padres a la hora de hablar de sexualidad con los hijos?
En primer lugar, todos los padres y madres están capacitados para hacer educación sexual. Para hacer educación sexual de calidad desde el papel de la familia no hay que ser sexólogos o sexólogas. El principal error que pueden cometer los padres y madres es interpretar con ojos de adulto las manifestaciones infantiles de la sexualidad. La sexualidad infantil está poco diferenciada y poco organizada con relación a la de la persona adulta. No hay unas sensaciones estrictamente eróticas como en la persona adulta. Ni es una sexualidad centrada en lo genital y en la procreación, por supuesto. Como es lógico, si no parecen claros los deseos, mucho menos la posible orientación de éstos.
¿Podemos verlo más claro con un ejemplo?
Imaginemos una madre o un padre que tiene la costumbre de masajear a su bebé tras el baño. Lo hace con todo mimo y cariño, y el bebé disfruta. Todo va bien hasta que un día la persona adulta observa como los genitales del niño responden a la estimulación con una erección. La realidad es que los genitales del bebé niño o niña están inervados, que tienen sensibilidad y capacidad para transmitir sensaciones agradables, que pueden responder ¡de manera mecánica! a ciertos estímulos. Pero de ahí a considerar que hay algo parecido a la erótica adulta, va un abismo.
¿Qué es lo que no debe faltar en una buena educación sexual?
– Reconocer y expresar emociones: apego, cariño, afecto… hay muchas formas de demostrarlo.
– Hablar de sexualidad como algo cotidiano. Y mostrar disponibilidad para el diálogo.
– Naturalidad, autenticidad. Hay tantas sexualidades como personas. Respeto.
– Asumir que somos modelos de comportamiento, referentes para nuestros hijos e hijas.
– Saber que educamos generando valores, actitudes… y preparamos para futuras etapas, porque la construcción de la persona empieza en el nacimiento y continua a lo largo de toda la vida. Es recomendable pensar y compartir en pareja y/o con otros adultos sobre nuestra concepción de la sexualidad, nuestras dudas, nuestros miedos.
Fuente consultada: el texto está tomado de «Construyendo Sexualidades» (CEAPA, 2008) y otras publicaciones de Carlos de la Cruz. Director Máster Oficial en Sexología UCJC.