Gran Familia CEJULU, les compartimos una lectura del doctor Martín Macedo, Especialista en vida macrobiótica. Por demás interesante que seguro nos apoyará en la educación de nuestros hijos.
Muchas veces nos proponemos algo pero luego nos cuesta concretarlo. Nos da pereza o nos faltan energías. El Dr. Martín Macedo nos da algunas pautas para tener la voluntad que necesitamos para alcanzar nuestras metas.
Todo proceso creativo requiere una fuerte voluntad. La materialización de un proyecto requiere fuerza yang. El proceso de crear es un proceso yang. Todos los grandes realizadores se caracterizan por tener una poderosa voluntad.
Cuando formamos una imagen mental de lo que queremos, (primer paso del proceso creativo) y la sostenemos en el tiempo, perseverando en la tarea de visualizar, ya es real, ya existe. Pero existe en el nivel mental, en el Universo de energía no manifestada. Si queremos que se manifieste, que se haga palpable, que se concrete en el mundo “real” debemos actuar con gran tenacidad, con gran voluntad. Coloqué comillas en “real”, porque el mundo de energía pura es también real. Si tenemos un sueño, una imagen mental de lo que queremos y la sostenemos en el tiempo, con la intención de realizarla es muy real, porque la dimensión no física es también real. Solo que los ojos físicos no pueden verla porque no posee aún la suficiente densidad.
Por lo tanto debemos trabajar con una enorme tenacidad y voluntad para realizar nuestro propósito, nuestra meta.
Todo comienza con un propósito. El propósito es la chispa que enciende el explosivo. Su poder es formidable. El propósito nos acompaña desde el comienzo y se retira cuando hemos realizado nuestro sueño. Entonces comenzamos con un nuevo propósito, un nuevo sueño. Cuando un estudiante de 18 o 19 años tiene el propósito de asistir a la universidad y convertirse en abogado, está decidido a trabajar duramente para lograrlo, porque sabe que no será fácil y habrá que sortear difíciles obstáculos antes de ir a retirar su título de abogado. Y ese propósito inicial, lo sostendrá durante toda la carrera. La visión de la graduación, la intención de no rendirse hasta conseguirlo, en fin, el poderoso propósito es la fuerza mental que lo impulsa a continuar a pesar de todas las dificultades. Entonces para lograr lo que sea, sea grande o pequeño, mediocre o grandioso, siempre es necesario hacer un “juramento”, establecer un propósito, escribirlo y leerlo cada mañana en voz alta, junto con una fecha tope para realizarlo, y una breve estrategia de trabajo. La lectura diaria del propósito, la fecha y el plan de acción, continuadas, hacen posible cualquier sueño.
Pero hoy nos ocuparemos de la voluntad. Necesitamos una voluntad de hierro, una voluntad inquebrantable, una voluntad que no se rinda ni aún ante la muerte. Crear una voluntad así, como la famosa voluntad de los Samurái del antiguo Japón, es algo de un valor inestimable. Desde muy joven siempre me pregunté cómo hacían los japoneses para forjar un tipo de voluntad así. Creía que era un atributo sólo de los japoneses, porque no había nada que se le pudiera comparar en otras naciones. Con el tiempo comprendí que la voluntad de hierro del samurái, está por doquier, en todas las naciones, en todas las culturas, y en todas las personas. Es más, en todas las formas de vida. La planta tiene una voluntad de sobrevivir, de crecer, de aguantar lo que sea….Tormentas, heladas, sequías, desgajes provocados por animales o personas. Aguanta todo, soporta todo, resiste todo, porque su voluntad de vivir es tan poderosa como la voluntad del samurái. Los animales silvestres, tienen una voluntad y un coraje y una persistencia incomparables. Las aves migratorias vuelan miles de kilómetros, en grandes bandadas. Aguantan miles de kilómetros, batiendo sus alas, con la fuerza de sus corazoncitos y no se detienen, soportan la fatiga, el frío, el hambre y siguen volando con una tenacidad formidable, y algunas mueren en pleno vuelo, extenuadas. Pero todas siguen a pesar de ver caer a su compañera muerta, siguen con una voluntad y un coraje infinitos, porque están dispuestas a morir antes de rendirse. Entonces comprendí que la voluntad está por doquier en todo lo vivo, porque la voluntad es una cualidad del espíritu, del alma universal y no una cualidad exclusiva de los guerreros japoneses que actualmente son leyenda.
La voluntad está ahí. Solo hay que conectar con ella. Las aves lo hacen, las hormigas lo hacen, los bebés lo hacen. Cuando un bebé tiene la voluntad de mamar, porque percibe que en ello va su vida, levantará los techos hasta que le den lo que quiere. Y no es una cualidad exclusiva de los bebés japoneses. En términos religiosos, hablamos de la Voluntad de Dios. El Universo, la conciencia cósmica tiene un plan, un grandioso plan y tiene la voluntad de que se cumpla ese plan. Y nada puede detener esa Voluntad Infinita. Como nosotros vivimos en el Infinito, somos parte de esa voluntad cósmica y no podemos separarnos de ella. Solo la ilusión del ego nos desconecta del Poder Infinito. Los animales y los bebés no tienen ese Ego que los hace creerse separados del Todo. Por ello para ellos es muy fácil, conectarse. Pero nosotros debemos practicar artes como la meditación, para volver al presente, al estado de conexión con la conciencia cósmica. A través de la meditación, de la práctica de estar consientes de la importancia del presente, poco a poco recuperaremos el estado de identificación con la Presencia Divina en Nosotros. La alimentación tradicional de los monjes budistas, la meditación diaria, los ejercicios físicos y una vida simple y desafiante cerca de la naturaleza, constituye la estrategia básica para lograr la conexión con la Voluntad Infinita.
Cuando estamos frente a una gran dificultad, surge la voluntad de resolverla. Cuanto más grande sea la amenaza o el obstáculo, más grande es la voluntad de sobrepasarla. Aprender a apreciar las dificultades, los obstáculos, las incomodidades, el hambre, el frío, las privaciones, es parte del entrenamiento para la creación de una voluntad de hierro.
Cada dificultad es un impulso para la voluntad. Cada bocado de alimento que logramos masticar cuidadosamente, es un triunfo de la voluntad. Y como todo músculo, se fortalece con el entrenamiento y la práctica. Y siempre la encontraremos en el presente. Y sólo allí…
Pienso, Puedo, Soy Feliz.