Para pasear por lugares espeluznantes, con leyendas que hagan erizar la piel, no es necesario viajar a Londres o Transilvania; basta pasear por la Ciudad de México.
Fantasmas, espacios donde resuenan mitos urbanos de tiempos remotos y lugares con imágenes de pesadilla son sólo algunos de los sitios que se pueden recorrer en el DF. He aquí unos espeluznantes ejemplos:
Callejón del Diablo Mixcoac.
¿Qué experiencia se vive aquí?
En este lugar se puede desafiar al mismísimo chamuco, como hacía desde tiempos virreinales todo aquel que decidía andar por esta zona. Desde hace siglos se dice que sólo los valientes pueden cruzar esta calle del barrio de Mixcoac.
¿Qué es? Es una callejuela angosta donde aún circulan autos, que está ubicada en la zona de Mixcoac, entre la Universidad Panamericana y el Colegio Simón Bolívar. Va desde la calle de La Campana hasta Río Mixcoac.
Mixcoac forma parte de los pueblos originarios del Valle de México, al igual que Coyoacán y Tlatelolco. Antes de la llegada de los españoles, este pequeño asentamiento se encontraba a las orillas del Lago de Texcoco. Ya existía. Se sabe que estuvo habitado desde épocas remotas. De hecho, todavía hay ruinas arqueológicas en esta zona, en la esquina de la avenida San Antonio y Periférico. Se estima que la ocupación de este lugar ocurrió desde el 900 a.C al 1521 d.C.
Tras la conquista, en el lugar se establecieron numerosos ranchos y haciendas, entre las que destacó la Hacienda Mixcoac, cuyo casco todavía sobrevive.
El callejón del Diablo, dicen, existe desde tiempos prehispánicos. Hoy es una calle de la Ciudad pero en su tiempo fue una brecha arbolada, lúgubre, que bajaba hasta el río y que sólo los valientes se atrevían a cruzar. La mayoría no lo hacía porque decían que ahí se aparecía el mismísimo Satanás en forma de guajolote.
Actualmente, ya no se habla de Satanás, pero los vecinos hablan sobre la existencia de un “velador” que nadie ha visto pero del que se escucha el silbido.
Antiguo palacio de la Inquisición Centro Histórico.
¿Qué experiencia se vive aquí? Mirar sus paredes inmediatamente provoca imaginar cómo fue ese lugar cuando operó en México el tribunal de la Santa Inquisición, ¿cuánta gente murió ahí? También se puede recorrer sus diferentes salas dedicadas a la medicina.
Este edificio fue la sede del Tribunal del Santo Oficio. Se construyó en 1736 a pocos metros de la iglesia de Santo Domingo.
Tras la conquista en México, se instauró el Tribunal Del Santo Oficio, que dependía directamente del Consejo Supremo de la Inquisición, que era encabezado por el inquisidor general de España.
Luego de ser tribunal y cárcel de la Inquisición se convirtió en sitio para bailes públicos, plantel del Colegio Militar, cárcel de reos políticos y militares y desde 1847 hasta mediados del siglo pasado, sede de la Escuela Nacional de Medicina. Actualmente alberga la exposición del Museo de la Medicina Mexicana, inaugurado el 22 de diciembre de 1980.
El museo en la actualidad está conformado por 24 salas que contemplan desde la época prehispánica hasta el siglo XX. Fue inaugurado el 22 de diciembre de 1980.
Lo cierto es que este inmueble fue mudo testigo de la forma en que fueron encarcelados, juzgados y castigados los mexicanos de otros tiempos, a quienes se les acusaba de practicar brujería o tener pacto con el Diablo. Dato curioso: fue en este recinto donde José María Morelos y Pavón fue juzgado y encontrado culpable.
Lo que nadie se debe perder: La exposición de arte y ciencia instalada en sus 24 salas. Además, se puede caminar por sus pasillos mientras se escucha el eco de los pasos y uno se imagina cómo fue en aquellos tiempos el tribunal, los castigos, la confesión. Aterrador.
Dirección: Palacio de la Inquisición- Museo de Medicina de la UNAM, República de Brasil No. 33, esquina con República de Venezuela y Belisario Domínguez
Casa de Don Juan Manuel Solórzano Centro Histórico, Uruguay 90
Antes calle Balvanera
¿Qué experiencia se vive aquí? El placer malsano de pronunciar la frase del que probablemente sea el primer asesino serial de la Ciudad de México: “Disculpe, ¿sabe usted qué hora es? Si las 11 en punto, dichoso usted que sabe la hora en que muere”
También conocida como Casa de los Condes de la Torre y Cossío, la Casa de Don Juan Manuel, adornada con una fachada de tezontle y un conjunto de almenas en la parte superior, llama la atención por la disposición de un peculiar torreón revestido de azulejos poblanos.
Construida en 1783, perteneció originalmente a don Juan Manuel de Solórzano, quien tuvo un destino trágico, luego de verse atormentado por los celos: tras varios días de cuestionar la fidelidad de su esposa, este caballero acudió con el Diablo, quien le recomendó matar al primer varón desconocido que pasara por su casa a las 11 de la noche; una vez consumado el hecho, este personaje acudió nuevamente con el Diablo, quien le comentó que se había equivocado de víctima y lo encomendó a repetir dicha práctica cuantas veces fuera necesario hasta dar con el adúltero en cuestión.
Así, cada noche a eso de las 23 horas, don Manuel salía de su casa y preguntaba la hora al desafortunado en cuestión, con quien entablaba un pequeño diálogo antes de aniquilarlo; finalmente, cuando la víctima contestaba “las 11 de la noche”, este caballero arremetía con su puñal, tras proferir la siguiente frase: “dichoso usted que sabe la hora en que muere”.
Luego de cometer varios crímenes de esta naturaleza, el asesino agredió accidentalmente a su sobrino, produciéndole un repentino deceso. Atormentado por el sentimiento de culpa, Solórzano se vio en la necesidad de confesarse en el convento de San Francisco, donde debió cumplir con la penitencia de rezar el rosario bajo la horca a las 12 de la noche; una vez cumplida esta enmienda, el cuerpo de este individuo apareció colgado la madrugada del tercer día.
Isla de las Muñecas, Xochimilco
¿Qué experiencia se vive aquí? Árboles plagados de muñecas, que pueden observarse durante un viaje en lancha por los históricos canales de Xochimilco, se han convertido en amuleto para algunos supersticiosos y en terror para niños y adultos que pasan por allí. Televisoras, revistas y periódicos de todo el mundo han venido a plasmarlo.
A la Isla de las Muñecas se le conoce con ese nombre porque desde los años cincuenta Julián Santana empezó a protegerse de los malos espíritus con muñecas que colgaba de los árboles alrededor de su chinampa.
“Eran muñecas viejas que colgaba del cuello; a algunas como su preferida, ‘La Muñeca’, las arreglaba con collares y lentes oscuros”, dijo un habitante de la chinampa.
Después de la muerte de Santana, se cuentan historias de que el campesino puso las muñecas porque una muchacha se ahogó cerca de su chinampa y por temor a su espíritu él las colgaba para protegerse; sin embargo dijo que en su trato con Julián él nunca le mencionó eso.
Lo que no hay que perderse: El montaje de La llorona en Xochimilco. El espectáculo,que recoge una de las leyendas mexicanas de mayor arraigo entre la población nacional de todos los tiempos, que está en temporada todos los meses de noviembre y en el que se esperan unas 30 mil personas en este año. “¡Aaaayyy miiiisss hiiijooooosssssssssss!
El Palacio Negro de Lecumberri
¿Qué experiencia se vive aqui? El Palacio Negro de Lecumberri está ubicado al noreste de la Ciudad de México, en la delegación Venustiano Carranza. El edificio fue originalmente construido como penitenciaría y actualmente es sede del Archivo General de la Nación desde 1982.
Lo inauguró Porfirio Díaz el 29 de septiembre de 1900 y sirvió como penitenciaría desde ese año hasta 1976. Está sobre el Eje 3 Oriente, Eduardo Molina, en la intersección con el Eje 1 Norte
Su aspecto tranquilo y bien cuidado ya no merece el calificativo de “Palacio Negro” que tuvo hace tiempo cuando fue la cárcel más temida.
Para enterarse un poco de las historias de dolor y degradación que se vivieron entre sus muros, es recomendable leer la novela El Apando, de José Revueltas, uno de los muchos personajes que estuvieron presos ahí.
Otro recluso notable fue David Alfaro Siqueiros. Junto a uno de sus muros fueron asesinados el presidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
Originalmente planeado para albergar una población de 800 varones, 180 mujeres y 400 menores de 18 años, contaba con 804 celdas, talleres, enfermería, cocina y panadería. Tenía un área de gobierno, sección de servicio médico y salas de sspera. Las crujías tenían celdas para un solo preso con cama y servicio de sanitario.
Durante sus 76 años como prisión, sólo dos personas lograron escapar vivas. El primero fue el general de la Revolución mexicana Pancho Villa. El segundo fue Dwight Worker, un narcotraficante estadunidense.
Entre los prisioneros famosos con los que contó el Palacio de Lecumberri destacan David Alfaro Siqueiros, Heberto Castillo, el asesino de Trotsky, Ramón Mercader, José Agustín, José Revueltas y el escritor colombiano Álvaro Mutis, recientemente fallecido.